¡Aquí lo que se vende es comida!



Desde antes de llegar el coronavirus y producirse el decreto de emergencia que restringe buena parte de las actividades de la vida cotidiana, ya el país vivía una severa crisis económica que ha forzado el reacomodo del sector productivo, que a duras penas sobrevive en medio de tantas dificultades y limitaciones. 

Si bien es cierto que muchos comercios se han visto obligados a cerrar sus puertas, también lo es que en varias partes del país, entre ellas el estado Táchira, cada día abren nuevos bodegones, panaderías, licorerías, ferias de verduras y frutas, mercados a cielo abierto y ventas ambulantes de productos colombianos de todo tipo. Salvo las limitaciones extraordinarias surgidas tras la llegada de la pandemia, esta era la dirección hacia las que marchaban las iniciativas de los comerciantes y emprendedores, que se han visto en la obligación de reinventarse para sobrevivir. 

El frenazo a esta tendencia fue el pliego de normas de emergencia dictadas por el Ejecutivo Nacional para minimizar el impacto de la llegada de la pandemia al país, que llevó al estado actual de la contingencia que incluye medidas como el llamado 7 x 7, restricciones a la venta de combustibles y al desplazamiento de vehículos particulares y de transporte público entre estados y algunas ciudades; cierre y restricciones de comercios de distintas categorías; suspensión de clases, cierre de aeropuertos y muchas más. 


Sin embargo, los productos colombianos no paran de llegar en grandes cantidades, quizá miles de toneladas diarias, pese a que la frontera está cerrada, las importaciones suspendidas y los municipios fronterizos bajo régimen de “toque de queda”. 

Tampoco cesa el surgimiento de ventas de verduras, que, definitivamente es el producto estrella de esta tierra de gracia tachirense que, pese a las dificultades y limitaciones, aún tiene capacidad para abastecer al mercado regional, así como a varias regiones del país. Por ello es muy común conseguir ventas de verdura por doquier, en pequeños puestos callejeros, en carros y camiones, toldos, ferias, mercados a cielo abierto, supermercados y hasta en el patio o zaguán de muchas casas. 

De Jáuregui para el mundo 

¡Aquí lo que se vende es comida!, es una de las expresiones más comunes entre emprendedores y comerciantes que se vieron obligados a migrar al sector de alimentos, dejando atrás las actividades a las que se habían dedicado por años. Y es que cada día hay alguien que necesita comprar verduras, frutas, harinas, leche, azúcar, huevos, charcutería, pan, etc., por ello, no puede faltar quien les suministre lo que necesitan. 

Pese a que la mayoría de verduras y frutas que se venden en los comercios y mercados tachirenses son cosechadas en el municipio Jáuregui y en varias poblaciones de la llamada zona de “montaña alta”, prácticamente la totalidad de comerciantes de San Cristóbal y municipios vecinos las adquieren en el Mercado Mayorista de Táriba, donde los “grandes” del sector compran toda la mercancía a los productores e intermediarios que se dedican a su reventa. 


Esta cadena de comercialización e intermediarios tiene un impacto decisivo en el precio final del producto, que dista mucho de los valores que se pagan por la compra a puerta de finca, por cargas o bultos de 60 kilogramos. Posteriormente las verduras viajan a la capital tachirense y a otras ciudades del país, lo cual acarrea costos operativos adicionales por el desplazamiento de camiones y personal que se encarga de hacer el flete. ¡Ah! y no debemos olvidar que desde hace algún tiempo las operaciones se realizan en moneda colombiana. 

Cadena especulativa 

Ya en mercados Mayoristas como el de Táriba, vienen nuevos eslabones de la cadena que compran la mercancía para revenderla entre distribuidores, dueños de supermercados, ferieros, etc. Aquí se le cargará el margen de ganancia que determina el precio que debe pagar el comprador final. 

No es mucha la diferencia de precios entre las centenares de ferias existentes en el eje San Cristóbal-Táriba. Las promociones u ofertas ya no existen y el crédito mucho menos, así que los compradores más avezados y con posibilidad de movilizarse, optan por desplazarse hasta algunas ferias reconocidas existentes en El Abejal y en el centro de la población de Palmira, en el municipio Guásimos, donde además de ofrecer algunos productos de “oportunidad” por temporada, así como gran variedad y calidad, brindan la posibilidad de pagar con tarjetas de débito y moneda venezolana. 

Muchos habitantes de Barrio Obrero, Pueblo Nuevo y la parte alta de San Cristóbal acuden a una reconocida feria ubicada en la urbanización Las Acacias, que, según dicen, está muy bien surtida y los precios son muy competitivos. 


Careros, aunque generan empleo 

De las grandes cadenas de supermercados ni hablar. Contra toda lógica y sin ningún tipo de sintonía con las dificultades por las que atraviesan la mayoría de los venezolanos, estos establecimientos venden más caro que en cualquier otro lugar. Al menos en el rubro de verduras y frutas no son nada solidarios. Generan empleo y hay que reconocerlo; y, como tienen clientes con un perfil bien definido, sus ventas siguen siendo altas y pueden subsistir. 

¡Aquí lo que se vende es comida! 

Luis Padilla Niño

Tariba_aldia@yahoo.com




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