Táchira, el gran mercado persa de productos colombianos




Si los pasos fronterizos entre Venezuela y Colombia están cerrados, ¿por dónde entran las miles de toneladas de alimentos y otros artículos colombianos que se venden en el estado Táchira, así como varias ciudades y poblados de Barinas y Mérida? 

Es la pregunta que todo el mundo se hace, ya que basta con hacer un breve recorrido por cualquier sector de los 29 municipios que conforman la entidad, para encontrarse no con una, sino con varias ventas de productos que, en plena cuarentena, llegan de contrabando del vecino país. 

Ya no son solo alimentos de la cesta básica, que son los que tienen mayor demanda. El stock incluye cigarrillos, afeitadoras, medicinas, jabones, desinfectantes, champú, crema dental, toallas sanitarias, pan, chocolates, golosinas, enlatados, etc. 

Lo paradójico es que el Gobierno de Colombia mantiene cerrada sus fronteras con nuestro país y sólo permite el ingreso de casos considerados como “humanitarios”, mientras que del lado venezolano, según voceros oficiales, sólo pueden pasar 300 personas los días lunes, miércoles y viernes. La medida excepcional beneficia a compatriotas que en plena pandemia han decidido regresar a su patria, dadas las difíciles condiciones en las que se encontraban en naciones vecinas. 

Pero la mayoría de connacionales que regresan apenas portan mochilas, maletas y unas pocas pertenencias, lo que indica que hay otra cantidad de personas que de manera clandestina y quién sabe por dónde y a qué horas, están pasando las miles de toneladas que abastecen los puntos de venta informales que ya se han convertido en una parte importante de la economía regional, pese a que todos los productos son comercializados en moneda colombiana. ¿Será que el peso llegó para quedarse? 

Voceros gubernamentales han dicho en reiteradas oportunidades que los organismos de seguridad vienen implementando estrictos controles en las trochas y en otros pasos clandestinos, dado que la mayoría de casos de Covid 19 que se registran en el país han llegado de naciones vecinas. Sin embargo, es evidente que no todo está claro en cuanto a estos controles, ya que por algún lado pasan las toneladas de contrabando que nutren al mercado paralelo venezolano y que de alguna manera son el “resuelve” de muchas personas. 

Adicionalmente, buena parte de estas mercancías son trasladadas a estados vecinos y deben pasar por las numerosas alcabalas y puestos de control existentes en las carreteras que conectan la región, de allí que sea un misterio que llama la atención de todos, que este comercio irregular y de altísimo riesgo en tiempos de pandemia, no sea detectado y se siga desarrollando sin control sanitario ni fiscal. 


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