Las Brujas de La Grita

 


Publicado en diciembre de 2020 en la edición número 3 de la Revista Táchira Histórica, este fascinante relato de José Antonio Pulido-Zambrano explora el tema de la cacería de brujas desatada en la ciudad de La Grita, deteniéndose en el caso de Bartola Gómez, uno de los juicios de brujería acaecidos en esta ciudad en 1773, el cual fue debidamente documentado en 57 folios.

 Las Brujas de La Grita

José Antonio Pulido-Zambrano 

I

   “¿Cree usted en brujas? No. Pero de que vuelan, vuelan”. Frase que se escucha con mucha frecuencia en los pueblos del Táchira y que parece tener su origen en aquella expresión gallego-vasca: “Creer, no creo; pero haberlas, hayla”. Fragmentos de un habla coloquial que aún tienen cabida en el inconsciente colectivo de los Andes venezolanos. Al tocar el tema de la brujería como fenómeno social en el estado Táchira, nos encontramos que la Bruja como personaje de lo espectral en el mundo de las creencias y supersticiones pueblerinas es aún palpable. Por supuesto, esta tradición brujeril tachirense no es nueva, su presencia nace en un pasado (más o menos remoto a como se quiera ver al tiempo). Las brujas no sólo están presentes en lo imaginario de los campesinos, sino forma parte de la vida cotidiana urbana. ¿De dónde procede la Bruja? – se pregunta Jules Michelet: “De los tiempos de la desesperación”.

   La creencia en brujas es un tema de antaño en la entidad tachirense. Cada ciudad, pueblo, aldea, y hasta el caserío más remoto tiene una historia que ver con brujas. Por lo general, ellas (las brujas) de día compartían con el colectivo, daban amuletos, curaban el mal de ojo, daban menjurjes para aliviar dolencias, en fin; pero de noche, las cosas cambiaban y pasaban a engrosar las filas de las temibles criaturas de la noche que apostaban su morada al servicio y presencia del mal. Ya que “el conocimiento de lo oculto proveía al adepto de fuerzas temibles que podían ser utilizadas para el bien o para el mal”.[1] Habría que partir al estudiar este fenómeno el preguntarnos: ¿Qué es una bruja? El Diccionario de Demonología (1974: 40) del doctor Frederik Koring la define de la siguiente manera: “Es la mujer que, según creencias corrientes, realiza actos extraordinarios por haber hecho un pacto con el Diablo”. Este concepto tiene su origen en el texto Malleus Maleficarum[2] (o El martillo de las Brujas), uno de los primeros textos donde se observa un ataque directo de la Iglesia a la mujer a través de la figura de la Bruja. En el libro El martillo de las Brujas leemos segmentos como: “Qué otra cosa es la mujer sino la enemiga de la amistad, la pena ineludible, el mal necesario, la tentación natural, la calamidad deseable, el peligro doméstico, el perjuicio delectable, el mal de la naturaleza pintado con buen color”.

   Según la opinión de Heinrich Kramer y Jacob Sprenger, los dos inquisidores creadores de este texto, la naturaleza inferior de la mujer la hacía más propensa a ser tentada por el maligno, de ahí que se observe al estudiar este tema que la gran mayoría de los actos de brujería es cometida por mujeres. Ya en 1500 Sprenger había dicho: “Hay que hablar de la herejía de las Brujas y no de los brujos, porque estos cuentan poco”. Los autores del Martillo de las Brujas van más allá al expresar que la mujer “de lengua mentirosa y ligera” está más cerca de cometer el pecado. El tema de las Brujas siempre ha sido polémico y su debate muy amplio, tan fascinante son las historias que tocan a las brujas que parecen siempre estar en el tapete de los medios, no por más Hollywood ha realizado un remake de la película Las Brujas basado en el texto clásico de literatura infantil del autor Roald Dahl para ser lanzado en este tan caótico y estresante año 2020.

   Por ser un tema poco estudiado a nivel académico en el estado Táchira, vamos a analizar en este escrito uno de los juicios de brujería acaecidos en la ciudad de La Grita en 1773, en especial el caso de Bartola Gómez (documento con 57 folios).

   El manuscrito; El martillo de las Brujas, al que en su momento Carl Sagan lo consideró como “uno de los documentos más aterradores de la historia humana”, y a esta manera de ver, habría que agregarle que es uno de los primeros textos donde se cuestiona el orden social de la mujer. De allí que aparezcan frases tan crudas como “una mujer que piensa sola, piensa mal”, o señalarles que “es un defecto natural en ellas no querer ser gobernadas”. En conclusión, para esta época, una mujer que se atreviera a pensar era considerada “Bruja”.

   Esto vendría unido al arquetipo creado a la creencia popular de que toda mujer fea, vieja y repugnante tenía pacto con el Diablo pues “revuelve asquerosos brebajes en calderos de hierro, anda en la noche y la acompaña una lechuza”,[3] esto llevado a un contexto andino se refiere a una mujer desgreñada, sucia y acompañada de un zorrocuco.

   El Táchira cuenta en su haber varios casos de brujería en el que aparecen nombradas: Josefa Cardozo, Rosalía Cardozo, Felipa Zambrano, Juana Zambrano, María de los Reyes Ramírez, Rufina de Herrera, Isabel Díaz, Manuela Díaz, Juana Rangel y Bartola Gómez. Todos estos casos se dieron en la cacería de brujas ocurrida en el año de 1773 en la conocida ciudad del Espíritu Santo de La Grita, siendo Alcalde de la Santa Hermandad Don Valentín Joseph García Méndez. 


   Tomaremos para este escrito el caso más emblemático, el de Bartola Gómez, un sumario que nos servirá de guía para degustar en la historia glocal de un proceso que sigue el Cabildo de la ciudad de La Grita a esta mujer acusada de hechicería, que serviría de pretexto para iniciar en la zona una verdadera persecución a mujeres acusadas de ser Brujas. El hecho al que hacemos alusión está contenido en un legajo de 35 folios, que reposa en el Archivo Histórico de La Grita. El expediente al que hacemos referencia es descrito como la Causa Criminal seguida contra la mestiza Bartola Gómez y su hija Marcelina, por atribuírseles el delito de yerbateras y hechiceras (Tomo XXVI. Legajo N° 5)

   María Bartola Gómez, es descrita como “hija bastarda” o “natural” de María Gómez, habría nacido ésta en la ciudad de La Grita el 3 de abril de 1725.

   Su origen y condición social, ya desde su nacimiento sería considerado espurio para la sociedad de la época. Se casaría en 1742 con un mulato de nombre Alejandro, esclavo liberto, perteneciente a la plantación de tabaco de la familia Contreras, por ello, al revisar las actas de bautismo de los hijos de este matrimonio, sólo en la última Acta de Bautismo del hijo llamado Vicente aparecerá ya Alejandro con el apellido Contreras con el consentimiento de su amo.

   Contaría por lo tanto Bartola Gómez con la edad de 48 años cuando es llevada a juicio el 17 de octubre de 1773, acusada de hechicería por la persona de don Valentín Joseph García Méndez Contreras y Lugo.

   La hija de Bartola Gómez, nos referimos a Juana María Marcelina Gómez nacería un 26 de junio de 1753 en los predios de La Grita y casaría 4 años después de ser acusada de hechicera junto a su madre en el año 1777 con Anselmo Contreras y tendría este matrimonio tres hijos: Joseph Antonio ( 03-03-1778), María de Jesús ( 30-04-1778) y Manuela de Jesús Hermenegilda (13-04-1795).

   No he logrado hallar la fecha de la muerte de Bartola Gómez, más si la de don Valentín García Méndez acaecida en la ciudad de La Grita el 27 de junio de 1780, de 57 años. Su deceso ocurriría 7 años después de la Causa Criminal seguida a Bartola Gómez por su acto brujeril.  

   Antes de dar a conocer el proceso, sería pertinente saber el origen del acusador: Don Valentín Joseph García Méndez, descendía por parte paterna de Félix García Montero ( España 1670) quien habría llegado a La Grita y contraería nupcias con Dorotea Méndez Ramírez de Arellano, está a su vez era hija de Juan Méndez de Miranda y Francisca de Ramírez de Arellano y Carrero, nieta del hijo hidalgo Gonzalo Méndez de Miranda, quien sería Teniente Gobernador y Justicia Mayor en la ciudad de La Grita para el año 1627 y poseía junto a su mujer Doña María Marín la Encomienda de los indios Queniquea. Don Valentín García nacería el 18 de febrero de 1723, hijo del Alférez Joseph García Méndez y Doña Clara Lucía Contreras y Lugo. Esto es necesario tenerlo presente, el análisis genealógico y las estructuras del poder, que de una forma u otra desencadenaría una casería de brujas en la jurisdicción de La Grita, de la cual Bartola Gómez sólo es la punta del iceberg. 

II

   Es concerniente señalar que varios diccionarios refieren que la etimología de la palabra Bruja deriva de la palabra sajona “wicca”, sin embargo, el término Bruja como tal parece ser más antiguo, algunos señalando incluso que su origen es indoeuropeo de la palabra “weik”, que derivaría a su vez, en otras cuatro familias de palabras, todas relacionadas o asociadas a la magia negra:

- Wikk, que significa “magia” o “brujería”. - Widden (de la lengua alemana), que podría traducir el término “predecir”.

- Wicca (palabra inglesa) que se pronuncia “Witcha”, utilizada para denominar al brujo masculino y la palabra “wicce” (se pronuncia “Witcheh” utilizada para la bruja del sexo femenino).

-Y la cuarta palabra, Witche, de la cual deriva la actual palabra inglesa Witch, literalmente “bruja” y Weitchcraft literalmente “brujería”.[4]

   Y esto no sería nada extraño en tierras tachirenses, más cuando en su segunda Exploración entre 1531-1533 a lo que llamaron Nuevo Mundo, estas tierras serían observadas por el conquistador alemán Ambrosius Ehinger y sus hombres y con ellos pudo llegar el término “Bruja” a la región.

   En el expediente estudiado sólo aparece una vez la palabra “Bruja” en el folio del interrogatorio realizado a Juan Francisco Omaña, allí se lee: “…y prosiguiendo hizo declaración este declarante y dice que desde el tiempo que era muchacho oyó decir: Era la dicha Bartola bruja”. En el resto del Sumario se refiere a ella como hechicera o mohana. De igual manera la acusación hacia ella es la de realizar encantos y maleficios.

   El expediente explica por voces de terceros la acusación que de ella hace “un indio forastero” de nombre Felipe, quien señala “que la dicha Bartola había puesto encantos en tres partes: El primero, a Don Valentín García Méndez, el segundo a Don Isidro Noguera y un tercero en casa del Alcalde Ordinario Don Antonio Miguel García”.

   Se conoce por encanto a “ciertas palabras que forman frases de particular estructura, tanto en prosa como en verso. Los encantos poseen por sí una virtud capaz de producir determinados prodigios, sin que haya que aguardar, como en las invocaciones, a que acuda la potencia que pueda ejecutarlas”.[5]

 

   En el caso del cual hablamos no se profundiza en lo que es el encanto, pero si las consecuencias que desata: Enfermedad de bubas en don Valentín García Méndez, así como la muerte de animales vacunos, yeguas y ovejas. Se presume que es un mal oscuro pues algunos de los interrogados dejan frases como:

“Dijo el indio que eran cosas diabólicas e invisibles”. Expediente interno a Pedro Méndez.

  “Enfermó de bubas ayudadas con veneno”. Expediente interno Hermenegildo Omaña.

“Los ganados en el estiércol arrojaban gusanos vivos”. Expediente interno Hermenegildo Omaña.

“La dicha Bartola que había matado dos años atrás dos hijas de Domingo de Mora”. Expediente interno Xavier Ramírez.

“Ponerle por la muerte de dos mujeres que había matado, la una con haberle puesto pujo de sangre”. Expediente interno Isidro Noguera.

“Se vido evidente en el ganado que en el estiércol manaban los gusanos, y lo mismo se experimentó en las yeguas”. Expediente interno. Isidro Noguera.

“Las vacas no volvieron a buscar a sus hijos y se les secó la leche”. Expediente interno Manuel de Contreras.

   Estos encantos, que en el Expediente son llamados “entierros”, son ubicados al lado de una “mata de bayo”,[6] a esta mata en la zona se le conoce como la mata de la rana, asociada muchas veces al mundo brujeril de la montaña alta. Al leer con detenimiento el documento asociamos esos “entierros” con un maleficio. El maleficio – según Álex Burnman – es una práctica de origen goético, que se usa con la intencionalidad de causar daño a un hombre, un animal, un fruto o algún producto terrestre.[7]

   El maleficio siempre es perjudicial, dictado por la maldad o el odio. En el caso de Bartola Gómez contra Valentín García, es una especie de maleficio que provoca enfermedades, inspira una sujeción, es decir, un impedimento para que el maleficiado no pueda realizar ciertas acciones, como, por ejemplo; masticar su comida, vestirse, entre otros. Asimismo, se ve en algunos folios que este maleficio causa la muerte de sus enemigos, priva la facultad de razonar; aquí podemos colocar como ejemplo lo dicho en su interrogatorio Juan de la Rosa Mora quien expresa: “Que también sabe que Hermenegildo Omaña por haberle dado unos golpes a un hijo de dicha Bartola, con una comida que esta le dio se volvió loco”. Y por último, un maleficio se identifica con perjudicar a la víctima “en lo que se refiere a sus bienes personales”.[8]

   Expresa Burnman que la brujería en muchos casos es o no hereditaria; en el caso de Bartola Gómez, su don de magia negra pasa de madre a hija, como vemos en el Expediente interno de Domingo de Mora:

“Y dice el declarante que respondió el dicho indio que Bartola y su hija llamada Marcelina sabían y entendían de hechicería”.

“Dice que dijo el citado indio que a la hija no la apresaron sino que le dieron soltura respecto a que aún fuera hechicera, no había matado a nadie y que la madre era la que debía”.  

 

   Por otro lado, en el Expediente interno de Hilarión Hernández se lee: “Dice el declarante que oyó decir cuando estuvo presa Isabel, una india. Que decía dicha Isabel, que ya le había pesado enseñado a Bartola porque mataba muy a pesar y que la fama de dicha Bartola siempre la ha oído sindicada en que es insana”. Aunque los estudiosos al hablar al respecto del don de la brujería no innato, sino adquirido de forma voluntaria, se presenta vinculado con el satanismo, por lo que la adquisición de la condición de Bruja implica fundamentalmente un pacto con el Diablo. Quizá por ello al cerrar el Sumario de Bartola Gómez el 6 de noviembre de 1773, don José Luis de Molina deja escrito lo siguiente: “Sale sindicada por el maldito vicio de hechicería la denunciada Bartola… y por cuanto en este caso es digno de la mayor amenaza que pueda haber, por ceder en quitarle la honra y adoración debida y dársela al mayor enemigo de Dios y los hombres que es el demonio”. 


Fuente: Revista Táchira Histórica. Año 1 Número 3. Diciembre 2020.Editada por José Antonio Pulido-Zambrano y Bernardo Zinguer-Delgado 

 Referencias Bibliográficas:

-A.T.E. (1977). El Ocultismo. Editiones Garnier Fréres. Barcelona, España.

- Burnman, Álex. (2003). Mal de ojo. Ediciones Fapa. España.

- Kramer, Heinrich y Sprenger, Jacob. (2004). El Martillo de las brujas. Editorial Maxtor. 1era Edición. España.

- Morales, Máximo. (2006). Cuentos de Brujas. Relatos mágicos medievales. Ediciones Continente. 3era. Edición. Argentina.

- Scholten, Max. (1975). Diccionario de las Ciencias Ocultas. Ediciones Dalmau Socias. España. Archivos: Archivo Histórico de La Grita. (A. H. L. G). Año 1773. Tomo XXVI. Legajo N° 5. Causa Criminal seguida contra la mestiza Bartola Gómez.

Archivos:

Archivo Histórico de La Grita. (A. H. L. G). Año 1773. Tomo XXVI. Legajo N° 5. Causa Criminal seguida contra la mestiza Bartola Gómez.



[1] A.T.E. (1977). El Ocultismo. Editiones Garnier Fréres. Barceloña, España. Pág. 12.

[2] Heinrich Kramer y Jacob Sprenger. (2004). El Martillo de las brujas. Editorial Maxtor. 1era Edición. España. 607 pág

[3] 3 Máximo Morales. (2006). Cuentos de Brujas. Relatos mágicos medievales. Ediciones Continente. 3era. Edición. Argentina. Pág. 9.

[4] 4 Máximo Morales. Ibídem. Pp. 11 – 12.

[5] 5 Diccionario de las Ciencias Ocultas. Max Scholten. Ediciones Dalmau Socias. España

[6] Carta Final del interrogatorio realizado al Alcalde Ordinario Don Antonio Miguel García.

[7] Mal de ojo. Álex Burnman. Ediciones Fapa. España. 2003.

[8] Mal de Ojo. Ibídem.








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