CONEXIÓN CÁRDENAS (15-09-2022): ¿Cuál es el saldo de las "trochas de la muerte" en los últimos años?

 

¿Alguien habrá hecho un balance del número de asesinatos, personas heridas, asaltadas, desaparecidas y violadas en los últimos años en las “trochas de la muerte” que desde San Antonio del Táchira y Ureña conducen al departamento colombiano de Norte de Santander? Este fin de semana se esperaba una acción militar conjunta por parte de las Fuerzas Armadas de ambos países, para intervenir y poner fin a estos corredores de la muerte que han existido durante décadas, pero que cobraron papel protagónico durante el tiempo que Venezuela y Colombia rompieron relaciones y cerraron sus fronteras al paso de mercancías. 

La acción se da horas antes de la reanudación del paso de carga pesada por el puente internacional Simón Bolívar y quizá a ello obedecen los enormes trancones ocurridos estos últimos dos días entre San Antonio y la alcabala de Peracal, por donde circularon centenares de gandolas repletas hasta el candado, pese a que aún el paso formal no estaba abierto.

Sobre los crímenes en las trochas y un posible balance de los últimos siete años, apenas se tienen reseñas de prensa que suelen dar cuenta de los ajusticiamientos, ejecución de personas previamente secuestradas, masacres y descuartizamientos, que por los métodos sanguinarios con que fueron ejecutados, generaron consternación y fueron noticia de “primera plana”. ONGs y organizaciones de defensores de DDHH de Colombia también llevan sus cifras y bases de datos, que incluyen a más de 3 mil venezolanos desaparecidos en la zona fronteriza en los últimos cinco años. Según estas mismas ONGs, en total, 13 agrupaciones armadas, entre guerrilla, paramilitares, narcotraficantes y bandas criminales de toda naturaleza, mantienen azotados a los municipios fronterizos de Norte de Santander y la región del Catatumbo, donde están los mayores cultivos de coca del mundo.

Varias de esas agrupaciones, como el llamado “tren de Aragua”, las guerrillas del ELN, FARC-EP y EPL (Los Pelusos), así como agrupaciones paramilitares, operan a sus anchas en la zona, en ambos lados de la frontera. Villa del Rosario y en especial el corregimiento de La Parada, es uno de los bastiones de estas agrupaciones delictivas, que sostienen una eterna guerra por el control de las trochas por donde pasa de todo, en ambas direcciones. ¿Será que con la reapertura de la frontera para el intercambio comercial, habrá esfuerzos serios para acabar con este terrorífico escenario, que comienza a sólo metros del puente Simón Bolívar?

¿Reapertura con trancones?

Foto cortesía

Las vías que conducen hacia los municipios fronterizos se encuentran bastante deterioradas. Apenas en el casco central de San Antonio del Táchira han realizado algunas reparaciones en la capa asfáltica. No así en la carretera que desde San Cristóbal lleva a El Mirador, Capacho, Apartaderos, El Paso Andino y Peracal. En este trayecto, los baches, desniveles, fallas de borde y todo tipo de irregularidades en el pavimento y en la infraestructura vial son la constante. Para completar este escenario, resulta que entre San Antonio y la alcabala de Peracal se forman unas enormes trancas en las que los conductores deben pasar en algunos casos hasta tres horas de espera antes de llegar a dicho punto de control.

Esta vulnerabiliad, que impacta enormemente la anhelada reapertura comercial en esta región del país, quedó evidenciada una vez más el sábado (24) al final de la tarde, cuando un convoy de gandolas formó una enorme tranca entre la capital del municipio Bolívar y el referido puesto militar, afectando a centenares de usuarios que debieron soportar largas filas y altas temperaturas para llegar al municipio San Cristóbal y continuar sus destinos. Este tema debe ser revisado con sensatez, ya que no es normal que un trayecto que en horas de la mañana se realiza en una hora o un poco más, al final del día se prolongue por tanto tiempo, afectando a transportistas y particulares por igual.

La Parada sigue igual


Hasta el domingo 25 de septiembre, a pocas horas del reinicio del intercambio comercial entre Venezuela y Colombia, nada había cambiado en el corregimiento de La Parada, sector del municipio Villa del Rosario que concentra diariamente a miles de personas que desde Venezuela se desplazan para hacer compras y otras gestiones. Las calles y la zona comercial siguen completamente anarquizadas, tomadas por el comercio informal y todo tipo de vendedores, maleteros, carretilleros, gestores, etc., que entorpecen la circulación de vehículos y hasta el desplazamiento de peatones. Los taxis y buses que desde Cúcuta arriban al lugar, son prácticamente asaltados por centenares de jóvenes, que de manera temeraria abordan las unidades, sin siquiera esperar que se detengan, para ofrecer, de una forma poco común, sus servicios para ayudarles a transportar sus cargas. 

Esta práctica lleva años y, como nunca fue controlada, derivó en todo tipo de atropellos, asaltos, hurtos y numerosos hechos irregulares que ponen en peligro la seguridad de las personas que transitan por el sector y se dirigen hacia el puente Simón Bolívar. Existe la promesa por parte del nuevo gobierno de Colombia de intervenir y humanizar la zona, donde operan peligrosas bandas como el “tren de Aragua”, que diariamente son señalados por extorsionar y robarle las maletas y cargas a incautos viajeros, en su mayoría venezolanos.

Se retiran organismos internacionales de Villa del Rosario


Tras haber cumplido su ciclo de labores desde hace más de cinco años en este sector, varios organismos dedicados a brindar asistencia humanitaria a migrantes venezolanos empiezan a retirarse de La Parada. Sus centros de operaciones todo este tiempo fueron los estacionamientos y patios del Centro Nacional de Atención Fronteriza (CENAF). Allí estuvieron ONGs y organizaciones internacionales como Médicos sin Fronteras, ACNUR, Comité Internacional de la Cruz Roja, Unicef, Consejo Noruego para los Refugiados y Organización Panamericana de la Salud, entre otros. También bridaron servicios médicos y sociales en el lugar dependencias del Ministerio de Salud de Colombia, e instituciones de la Gobernación de Norte de Santander y de las alcaldías de San José de Cúcuta y de Villa del Rosario. Con la reanudación de las relaciones diplomáticas entre los gobiernos de Venezuela y Colombia, el tema migratorio en esta parte de la frontera binacional toma un nuevo rumbo y será abordado de acuerdo al criterio y las políticas sobre la materia que impulsa el gobierno de Gustavo Petro.

Seguridad para la Ermita

El rescate de la plaza de Los Enanitos es una obra que alegra a todos los sancristobalenses y en especial a los habitantes de la zona centro, La Ermita, Calle 16, barrios San Pedro y Puerta del Sol y otros más. Sin embargo, queremos sumarnos a la muy justa petición de la comunidad de La Ermita, que vive en una constante lucha para que los organismos de seguridad hagan algo para controlar la presencia de maleantes en la plaza José Antonio Páez. En este populoso sector, los vecinos formaron una asociación civil y sin ninguna pretensión de lucro, asumieron el mantenimiento de la referida plaza, que se encuentra frente a una iglesia, frente a la Escuela Bustamante, al mercado de La Ermita y rodeados por otras instituciones más. Sin embargo, el esfuerzo de los vecinos y de los comerciantes que se han sumado a la iniciativa no ha sido suficiente, ya que la plaza se convirtió en el hogar de habitantes de calle, así como de un grupo de sujetos dedicados a actividades ilícitas, que se han convertido en azotes de la comunidad.

A estas personas constantemente se les ve robando, desvalijando carros, vendiendo y consumiendo drogas y alcohol, realizando actos sexuales, asaltando a transeúntes y comerciantes, en especial a los alumnos de la Escuela Bustamante y del Colegio San Juan Bautista. Todos los esfuerzos de los integrantes de “Reconstruyendo La Ermita” han resultado inútiles, pese a que han sostenido reuniones con autoridades regionales y locales y representantes de organismos de seguridad, de allí que una de las peticiones en la que nos sumamos a la iniciativa de estas personas es que la estación de la Policía Municipal de San Cristóbal, que empezó a funcionar en la plaza de Los Enanitos, asuma también el patrullaje y el resguardo de la plaza José Antonio Páez de la Ermita. En realidad, la distancia que separa a ambas plazas es corta y están en la misma parroquia y ámbito, así que la propuesta no resulta descabelllada, sino más bien acertada, teniendo en cuenta la limitación de recursos y personal de la Policía Municipal. Creemos que se puede hacer la respectiva evaluación y considerar la posibilidad de extender los servicios policiales hasta la plaza José Antonio Páez. Miren que la gente es agradecida.

Chapuceros del transporte

Viajar en bus a Caracas u otras ciudades del país se ha convertido en una verdadera odisea, por el pésimo servicio que prestan la mayoría de empresas dedicadas a este negocio. Entendemos que la crisis y las condiciones del sector en los últimos años impactó considerablemente a la mayoría de empresas y los elevados costos hacen difícil la adquisición de nuevas unidades y la repotenciación de las existentes, pero ¿cuesta tanto adecuar al menos los baños? ¿Es tan difícil educar a los conductores y hacerlos entender que el servicio que prestan no es un regalo o una cola, sino una obligación que adquieren de transportar a la gente que paga (y bien caro) por cada viaje? ¿Es tan costoso enseñarles a los señores transportistas que cada pasajero es un ser humano -en este caso su cliente- y merece trato y respeto como tal?


También sería bueno que los responsables de las empresas de transporte aprendieran a ser transparentes y a jugarle limpio a sus clientes al momento de ofrecer sus servicios, ya que en la mayoría de los casos venden un boleto que incluye servicio de baño, aire acondicionado y destinos “directos” y, pese a que existe un contrato y como tal debe ser cumplida la prestación, nos encontramos con que esto no es así. Hacemos énfasis en esto porque tenemos numerosas quejas de usuarios, la mayoría enfocadas en el servicio de baños, inexistente o pésimo en muchos de estos buses. De igual modo muchos usuarios son engañados cada día por el personal de las transportistas, quienes les dicen, por ejemplo, que el boleto por el que pagó 40 dólares es “directo” entre Caracas y San Cristóbal, cuando en realidad la unidad realiza paradas en Maracay, Valencia, San Carlos y Barinas, prolongándose el viaje en ciertos casos por hasta 18 horas. Esto sin considerar que muchos conductores aún tienen la maña de recoger pasajeros a lo largo de todo el trayecto, sin importarles la seguridad de los pasajeros. Lo del aire acondicionado merece un capítulo aparte, que luego trataremos. 

Bueno el cilantro pero no de a tanto. Una cosa es la crisis, y otra es ser un chapucero del transporte que, además de engañar a sus clientes, ni siquiera saben tratarlos y mucho menos respetarlos.

Luis Padilla Niño

 


Comentarios

  1. Excelente reportaje. Gracias a Tariba al Día por mantenernos informados.

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