José Gregorio ya es un beato oficial; la feligresía espera celeridad para la canonización



Por Luis Martín.-

Más que entendido el júbilo que desde este viernes 30 de abril de 2021, a pesar de la pandemia de coronavirus, vive Venezuela y la alta jerarquía de su iglesia católica, por la beatificación del hijo ilustre de Isnotú, José Gregorio Hernández (JGH), quien asciende oficialmente en su carrera hacia la canonización para estar en contacto directo con Papa Dios, según lo determina la tradición religiosa y sus estrictas leyes.

No se confunda. Muchos cantan victoria. Creen que el médico de los pobres –que por dar vida entregó la suya– ya es Santo. No es así. Este es otro lento paso hacia la ascensión definitiva en el que interviene la burocracia eclesial y su alta esfera que, digan lo que digan, tiene o ha tenido más celeridad en unos casos que en otros…

Nada de eso afecta la fe y la convicción del venezolano de a pie que pone su día a día en las manos de esos poderes sobrehumanos y en deidades como el milagroso doctorcito andino-caraqueño.

Que sea oficial, o no, eso no resta poder curativo, de influencia, ni méritos, ante la fe ciega de sus seguidores.

Es algo así como una cédula catastral, como una licencia para operar en favor de la salud y del resguardo colectivo. Un título que le permite ser adorado en panteones y altares. ¿Acaso eso ya no se hacía?

Mural realizado por el artista venezolano Miguel García  (AP - Foto Ariana Cubillos)

La cosa ha sido lenta debido a los evidentes retrasos desde los postuladores de la causa hasta quienes la aprueban; no obstante, la feligresía siguió con fervor cada acción, cada nuevo milagro, cada misión de JGH en La Tierra y le siguieron sumando acciones bondadosas, de protección y curativas, que en realidad están por encima de este papeleo gestor y leguleyo.

Hay fiesta en el seno eclesial local y mundial. Otro venerable sube un escalón más… pero quienes desde siempre le oran a diario, además de celebrar ese paso están más concentrados en que el médico de Isnotú demuestre su poder y neutralice la actual pandemia. Esta ocasión suma voluntades incluso de los más frívolos ateos en deseo que desaparezca el coronavirus.

Burocracia e influencias

El Papa Francisco aprueba la beatificación de JGH el 19 de junio de 2020 por el reconocido milagro de la niña Yaxury Solórzano, que víctima de un disparo de bala perdió masa encefálica y al ser operada, muchas horas más tarde, los médicos no daban esperanza, pero inexplicablemente desde lo científico la niña se recuperó totalmente.

No es un secreto que el pontífice argentino salda viejas deudas con la feligresía y pone al día esas causas aparentemente perdidas y en desventaja con respecto a otras que inexplicablemente le pasaron por encima no solo al venezolano sino a otros latinos que ya empezaron a ser tomados en cuenta más en serio en su santa carrera.

Casos como Oscar Arnulfo Romero en El Salvador o el otro sacerdote asesinado y ya beatificado Rutilio Grande…

Véase por ejemplo cómo de manera expedita –solo la Iglesia sabrá explicarlo– a Karol Wojtyla, el ex papa polaco, fallecido en 2005, en apenas 9 años lo ascendieron a los cielos directamente, con un remate más potente que un bólido de F1. Ya está sentado a la derecha de Dios. Al igual que el chamito inglés Carlo Acutis conocido como el Ciberapóstol de la Eucaristía, fallecido en 2006 y ya es beato, antes que el médico venezolano, que no solo tiene un historial humanitario como médico, profesor, hombre de fe, investigador y científico, sino que en el mundo ya se le atribuye una cantidad importante de hechos sobrenaturales en favor de la salud. Si está bien el vertiginoso ascenso de los citados europeos, ¿qué decir del retraso en el camino de los latinos?

Imagen de José Gregorio Hernánez en el barrio caraqueño La Pastora, lugar de la trágica muerte del "médico de los pobres" (AP- Foto Ariana Cubillos)

El catolicismo debería tener un mismo lente para estas cosas. Pero no lo tiene. Nunca lo tuvo y quizás sea muy difícil pretender que lo tenga. Así se infiere de una declaración entre líneas del papa Francisco quien cita lo difícil que resultó la orden para canonizar a Romero. Halló resistencia en la cúpula del Vaticano porque esa élite está alejada de las causas de los más pobres y necesitados…Válgame Dios. Arduo camino le queda por recorrer a JGH.

Qué decir del proceso del primer santo negro suramericano, el de la escoba, San Martín de Porres. Si no hubiese sido religioso quizá aún estuviese en el círculo de espera. El fraile dominico murió en 1639 y debió aguardar hasta 1837 para su beatificación y hasta 1962 para su canonización; suerte esta que podría correr el criollo JGH si no se aprovecha el impulso que brinda el actual pontífice. Gobierno, oposición y la Iglesia deberían unir fuerzas en esa dirección y después que se adjudiquen los méritos. No importa.

¿Cómo la iglesia tomó tan a la ligera sus estrictos pasos en los casos europeos pero apretó tuercas con los de habla hispana (parte de la legislación y reglamentación jurídica del complejo andamiaje del catolicismo)?: Fase jurídica, fase informativa, juicio de ortodoxia, fase romana, sección histórica, examen del cadáver, procesos de milagros; hasta que se llega a la beatificación y ahora la esperada canonización...

Son pasos no criticados, necesarios; entonces que se cumplan con igual rigurosidad entre los muertos que buscan su camino a la eternidad para aumentar el arsenal de fe mundial.

Reliquias y relicarios

Al culminar el acto formal un poco más de centenar y medio de reliquias –confeccionadas por las Hermanas Siervas de Jesús a partir de la exhumación realizada el 26 de octubre de 2020– serán distribuidas dentro y fuera de Venezuela en los sitios de veneración del nuevo beato criollo. Y los relicarios –La base: Un microscopio de hierro que simboliza la dedición científica de JGH; como cuerpo el sombrero que representa prestancia y generosidad de espíritu y en el ápice la reliquia rodeada con aureola de perlas margariteñas, que evocan su devoción por el Santo Rosario–serán enviados a todas las diócesis y arquidiócesis del país.

Los jefes eclesiales desean que el nuevo beato interceda ante Dios y la Virgen de Coromoto, patrona de Venezuela por los fieles de América Latina y del Caribe para que “sean testimonio de una iglesia samaritana, en salida, misionera y sinodal”. Y el pueblo espera celeridad en la canonización y que acabe con el virus. 

luiskarlosmartin@gmail.com

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