El Niño Jesús llegó hace tiempo a Caracas


Se venera desde 1764 en la iglesia de San Francisco. Le pedían milagros y asuntos extraterrenales; ahora sólo juguetes y antojos que lucen imposibles… 

Por Luis Martín

La tradición del Niño Jesús en Caracas está relacionada, como todo lo de la Iglesia, con los días de la colonia, debido al proceso de evangelización ejecutado por los poderes católicos en territorios que ellos, con permiso Divino, decidieron llamar el Nuevo Mundo. 

Tierras conquistadas eran expoliadas, saqueadas y su gente domesticada; se le imponía una serie de creencias, y los que se resistían formaron parte de la razzia que se hizo en nombre de la religión y otros intereses. En ese tejemaneje histórico, religioso y cultural la Europa conquistadora, con España a la cabeza, decide expandir sus creencias, tradiciones, ritos, al punto de construir templos y fundar conventos donde los fieles irían a encontrarse con su nueva fe en un Dios ajeno. 

Otros, ya convencidos, irían a renovar votos, confiados en que algún día el Todopoderoso los tomaría en cuenta para abrirle puertas hacia el éxito o para sanarlos de males que demostraron la vulnerabilidad de la ciencia.

Es así como entre ese follaje de personajes de la corte celestial surge y se arraiga la adoración al hijo de Dios a través del Niño Jesús, cuya figura inicial en la capital data de 1764 bajo el nombre de Santo Niño de Belén, con historia propia, rica en fe y tradición…ese fue nuestro primer niño Jesús, "the original", nada que ver con el actual…

¿Por qué el 24D? 

¿Sabes por qué la cosa es el 24? Claro, porque ese día nació Jesús en Jerusalén. Muy bien. Pero hay un antecedente a ese advenimiento que une tradiciones. Es así como orientales, centrales y occidentales celebran juntos –pero no revueltos– y adoran a sus deidades y seres superiores en esa fecha. Aunque no todo es por el Niño Jesús. Y no todo es catolicismo. 

Niño Jesús de Petare

Mucho antes del cristianismo todos los 24 de diciembre, según aquellos rudimentarios pero infalibles calendarios, se celebraba el solsticio de invierno según la tradición oriental, que implicaba el nacimiento del sol y eso se relacionaba con los lapsos productivos de la agricultura, lo cual, por donde se vea, está ligado íntimamente a la vida porque se trata de alimento, producto del trabajo del hombre y su relación con la madre tierra. 

Tiempo después, con el poder expansivo del cristianismo como objetivo del Imperio Romano y sus costumbres, el emperador Aureliano oficializó el culto al padre sol en la fecha que coincide justamente con la llegada a la tierra del hijo de papá Dios. Se sincretizan así los asuntos paganos con el misterio de la Natividad.

Dicen que entre los siglos III y IV, por supuesto D.C. (después de Cristo, no del coronavirus, como exponen algunos jocosos), se unen las antiguas con las más recientes tradiciones y bajo el amparo eclesiástico se arraiga el culto a Jesús.

En vitrales, mosaicos, esculturas y otras expresiones artísticas se le rinde culto al Niño Jesús

Entre los siglos IX y XII, con España al frente, se agregan nuevas costumbres, bailes, actos musicales, trajes y atuendos especiales para la fecha, maneras que se impusieron en el nuevo continente a través del implacable proceso de evangelización.

Llegó como una bendición 

Hay bibliografía al respecto. Varios autores indican que la figura original del Santo Niño de Belén reposa en Tierra Santa y en los diversos países son adoradas sus réplicas. Muchos otros aseguran que el de Caracas, que se observa a través de un seguro cristal protector en la “Capilla de los Forasteros” dentro de la Iglesia de San Francisco, es el original. 


Sucede que en los años 1600 –“cuando el tirano mandó”–, a manera de ofrenda el entonces duque de Venecia contrató a finos talladores artesanos napolitanos, para que con su famosa madera moldearan la figura del Niño Dios, y fue obsequiada a Jerusalén, cuna del Mesías. Afirman que la imagen comenzó a tener cada vez más seguidores por sus poderosos milagros y bondades concedidas. Empezaron a hacer muchas réplicas que fueron esparcidas por varios sitios de Europa y América.

Se cree que esa original, considerada una pieza de lujo del arte colonial, cuando iba a pasar a mejor resguardo por órdenes del Vaticano, fue dar a manos de fray Luis de Aranguren –siempre Luis–, quien tiempo después desembarcaría en costas venezolanas portador de aquella adorada imagen que de inmediato donó al convento franciscano de la Inmaculada Concepción. Y de allí fue mudada al lado –justo al lado–, a la actual iglesia San Francisco, donde es objeto de devoción desde 1764. 

Santo Niño de la Cuchilla

Esas tradiciones en torno a la figura del Divino Infante, como también le llamaban, fueron reforzadas a instancias del Papa Clemente XII en 1777, por los valores de fe y del núcleo familiar en torno al hijo del Creador.

De allí nacen novenas, rosarios, los pesebres, los nacimientos vivientes, representaciones teatrales y otras formas paganas de adorar a Jesús niñito, siempre en torno a la figura del Santo Niño de Belén. 

Santuario del Santo Niño de la Cuchilla, en Mérida

De oraciones a cartas 

Se trata de devoción porque a las imágenes se les muestra esa fe, según advierte el Antiguo Testamento, mientras que el culto es solo a Dios. Por cierto, también se advierte que imagen no bendecida no es más que un simple objeto. En torno a la imagen se creó un patronato, oraciones, y cultos muy particulares que englobaron la manera de aquella Caracas católica para mostrar veneración por el Niño Jesús, al que se le pedía asuntos extraterrenales, nunca juguetes. Era un asunto religioso, nada comercial… 

El Pase del Niño Viajero, en Cuenca, Ecuador

“Dulce Niño de Belén, haz que penetremos con toda el alma en este profundo misterio de la Navidad. Pon en el corazón de los hombres esa paz que buscan, a veces con tanta violencia, y que tú sólo puedes dar. Ayúdales a conocerse mejor y a vivir fraternalmente como hijos del mismo Padre. ... Y danos a todos tu celeste paz”. Es el texto de una de las oraciones más citadas por los caraqueños durante aquellas rezanderas navidades incluso del siglo XIX, cuando la cosa comenzó a cambiar, aunque se cree que no es sino hasta el siglo XX cuando el Niño Jesús empieza a recibir cartas con peticiones ajenas al asunto eclesiástico. 

Es que las festividades evolucionaron, mutaron y la adultez dejó de estar pendiente de esa deidad a la que una vez adoró. Así la tradición se transfirió a los niños, –a Dios gracias, por los chamos– con un evidente y lógico nuevo aspecto. La necesidad de interconectarse con lo supremo supera lo religioso. Apunta a lo comercial y cada vez más frivolidades y ofertas de la modernidad que alejan al ciudadano de la fe para ahogarlo en el inexorable consumismo… 


Igualmente, en casi todos los hogares caraqueños, los 24D a eso de las 12 en punto de la noche, trago en mano, alguien se acerca al pesebre y destapa o desarropa al Niño. Otros, que lo tenían guardado en lugar secreto, lo colocan a presidir el pesebre…y los niños, al despertarse, corren a buscar lo que les trajo como regalos.

Es caraqueño, vale 

En Caracas subsisten algunas fiestas familiares en torno al niño. Una de ellas, dicen que adoptada de los Andes, que consiste en la paradura, el robo y la búsqueda del Niño, así como el pasar la réplica de la figura –que es venerada en San Francisco–, de casa en casa. 

En diversas partes del mundo también adoran al Santo Niño de Belén. Praga, la bohemia capital checa, tiene su propio Niño Jesús. Acá en América, desde 1864 la tradición llega a El Salvador por intermedio de los padres Capuchinos. En México, donde lo adoran como “mi chiquitico” con la convicción de que es un bebé viviente en fe, paz y tranquilidad, incluso es una atracción turística que llega a competir en feligresía con su otro imberbe celestial, el Santo Niño de Atocha, muy célebre porque todas las redes sociales lo identifican con Pablo Escobar, quien lo idolatraba. 


En Ecuador muta en tres personajes: Niño Viajero, Niño Insinche y Niño Rey de Reyes, pero es el mismo hijo de Jesús… Igual en Venezuela, donde también la tradición católica venera al Santo Niño de La Cuchilla en Mérida. No obstante, los libros registran que el adoptado por Caracas es el original. 

Hay quienes exaltan la intrínseca relación entre la vida y la muerte del Niño Jesús, debido a que llegó al mundo para ser crucificado y salvar a la humanidad. Esas creencias relacionan la madera de la cuna con la de la cruz y la tela de los pañales con la del manto sagrado… 

Como fuere, se acepta la diversidad en creencias, ritos y celebraciones en torno al único, al vástago del Supremo, que al menos en Caracas es y será por siempre celebrado con oraciones, música, aguinaldos, bailes, comida y bastante caña sagrada… Amén. 



Táriba al Día


Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Y usted no habla gocho? ¡No sea toche!